Ante todo, te agradece; claro, que vas a saber tú de lo que implica el contacto, de lo que le hace, de lo que detona. Pero no le importa porque se reconoce como humana y sabe que el malestar psíquico a posteriori es inevitable con o sin ello, así que, mejor pues, mejor si se relaja un rato a pesar de que... No, no importa: ella acepta sin exigencias el calmante pasajero, la otra droga (justamente la que evita con más vehemencia); la verdad es que a estas alturas acepta lo que sea que se le presente y capte su atención u interés, así, asintiendo con su silencio, pues ha cumplido su sueño:
Al fin no es nada.
Sometida o integrada, vaya uno a saber; el punto es que es un fantasma ahora, ¡su más grande anhelo! Pasan a través pero nada se queda, está en todos y a la vez en ninguno, oh sí, la unidad suprema por medio de su propia destrucción: integrarse desintegrándose, qué bonito suena. Hay un poco de mí en todos ustedes, aunque no lo noten, aunque yo ni me sienta, se dice mientras viaja en el bus tan alienada como siempre, una extranjera en su propio cuerpo, en su patria, y en los otros que la miran pero no la ven, porque ya-se-los-ha-dicho, no está ni es; por fin lo ha conseguido y se siente exitosa mientras se regocija contradictoriamente en su propio dolor humano (que requiere de los otros aún y que hace que se desprecie tanto por ser tan débil y no librarse, no librarse…) dolor que a su vez se va mezclando con el orgullo cuasi-trascendentalista y pseudo-zen de saberse insignificante y a la vez omnipotente; ella es dios, ella es todo, porque no es ni mierda.
¿Acaso se les ve a los dioses?
¿Acaso ves a la caca en la suela de tu zapato cuando caminas?
Me hacen tanto bien al ofrecerme las 101 maneras para mi autodestrucción porque cortarse o golpearse o suicidarse ya suena trillado; hay que innovar sino uno se aburre, y ella se aburre tan fácil. Por ejemplo, este viaje en combi habría sido simplemente insípido sin la sobrecarga de pensamientos que en ese momento la violan como de costumbre, como siempre la ha penetrado (por la fuerza) el exterior; su mente se ha acostumbrado al abuso y le gusta, le gusta castigarse ideológicamente, es su hobby más enriquecedor y el que más frutos le ha dado. El exterior - su enemigo de toda la vida - siempre se manifiesta e irrumpe maldita sea, maldito seas mundo, yo no quería interactuar, yo nací para ser una espectadora y te lo he dicho miles de veces, no va a funcionar, nunca, nunca… ¿Por qué persistes en ello, hijo de puta? ¿Por qué me llamas todo el tiempo, porque me reclamas si sabes que no pertenezco a la realidad en que insistes en meterme y que siempre me introduces cual cuchillo en la vagina de una torturada?
…Hoy irrumpe con un periódico que irónicamente dice “click no es amor” y después con un pobre atropellado que justamente se para y mira su sangre como quien no entiende, y llora, y se acerca una policía agitada y el dueño del carro de su desgracia: los mira con una desesperación asolapada, implorándole a quien sea aunque ella (la observadora usual) duda que realmente se dé cuenta de lo que pasa a su alrededor, y quisiera decirle a mi me atropellan todo el tiempo pero sonaría tan ridículo (su dolor siempre le ha parecido tan ridículo al lado de otros dolores) entonces decide quedarse en silencio, silencio silencio silencio no por favor no más silencio, pónganme ruido, gritos, o lo que sea pues le temo al silencio porque me doy cuenta de mí, me quedo yo sola atrapada en mi extranjería corporal y me da miedo.
Eres una cobarde mentirosa, eres una porquería hipócrita; eres todo lo que odiaste, fuiste todo lo que amaste y serás todo lo que ya soñaste porque sabes bien que te has muerto y que cada experiencia no es más que otro recuerdo en la película que te has grabado y que ves post-mortem; por eso cada evento te sabe a deja vú, por eso ya nada te sorprende, por eso cada lágrima y cada gesto se siente como un acto en el escenario que en el fondo sabes que te has construido para no aburrirte, porque, bueno, estar muerta es tedioso, no te queda nada más que tus pensamientos y ya pues, hay que hacer lo que se puede porque el hastío es una sensación desesperante, y si bien podrías haberte imaginado un mundo perfecto para realmente llegar al paraíso has elegido el camino de la tristeza porque más entretenido es ver una película dramática que una feliz. Tienes que aceptarlo nomás pues sabes bien que, a diferencia de ti, yo no miento, ¡recuérdalo! ya lo has descrito antes, ya lo habías concluido en tu adolescencia:
“O quizás sea yo misma (…) que estoy escribiendo desde el futuro, he tomado la mano de mis recuerdos de juventud, y la uso como instrumento para relatarles de la conexión mágica, de la puerta del tiempo que se abre en cada noche fresca, después de esconderse el sol, a la hora que cae la noche sobre la ciudad haciéndola suya”.
Pero ahora ya no es sólo por las noches se dice, ahora me sucede todo el tiempo, estoy muerta y soy un fantasma, qué bien, qué bien, mientras va recordando cada uno de los eventos del día anterior y de la manera de cómo tú has elegido convertirte en una suerte de animalito ciego con una sonrisa imborrable, entregándose a lo que sea sin culpas, sin ni mierda de esas estupideces que a mí me torturan todo el tiempo, eh bueno, qué le vamos a hacer, cada uno tiene una forma diferente de matarse/liberarse, sí pues, cada loco con su tema.
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