(Pasar la página no significa cerrar el libro pues justamente lo que me mueve a leerlo es lo cautivador del relato. He caído en sus redes y aunque la historia me ponga triste me intriga el desenlace. Así que he pasado al siguiente capítulo por la curiosidad que a ti también te mueve a seguir siendo.)
Whatsoever I've feared has come to life
Whatsoever I've fought off became my life
Just when everyday seemed to greet me with a smile
Sunspots have faded
And now I'm doing time
Cause I fell on black days
"Ya no sé que soy. Qué somos. ¿Qué somos? Asqueados de vivir, nos encontramos el uno al otro, y decidimos soñar juntos. Creamos una hermosa fantasía en la que éramos libres para querernos todo lo que pudiéramos... ¿Vale la pena despertar? Ya conozco la mierda que veré cuando abra los ojos."
La vigencia de las palabras que aún resuenan en el cuarto gris del protagonista no pierden intensidad a pesar del tiempo. Porque éste ya ha sido (de)formado por la interacción con el otro personaje, el que le escribió esa carta hace ya tanto, aquel que ahora insiste en no aparecer en las páginas subsiguientes.
"Está en mí."
Escrito en primera persona, el libro es largo pero entretenido. Allí él nos cuenta cómo ha notado que tiene gestos y manías del ausente. Que atesora sus objetos y que ha decidido entablar una relación cercana con ellos. Que lo recreará en sus actos y en sus obras, que lo ve aún todos los días y a cada momento, que sigue en el cuarto, y que, de hecho, en este momento, le está diciendo que aún está a su lado. Y el protagonista no duda porque asegura con vehemencia que habita con el personaje, sí, está presente, nunca se fue realmente, afirma. Señala cualquier cosa y sabe que está allí, habla con él y le responde, sale del cuarto y lo lleva consigo.
Whomsoever I've cured I've sickened now
Whomsoever I've cradled I've put you down
I'm a search light soul they say
But I can't see it in the night
Le podríamos preguntar qué piensa del abandono y la obstinada negación del personaje a seguir en la historia, pero dudamos que nos escuche ya. Afirma que no oye nada más que su propia voz hablando con el ausente, y que nunca comprenderemos que no es enajenación, sino la más brillante de las autoconciencias. En su delirio reconoce que no es de sorprender que no lo veamos, que si decidió partir fue porque debía hacerlo y que no le conflictúa la verdad, ya que le dejó todo lo necesario aquí: hasta se dejó a sí mismo aunque se haya llevado su cuerpo a otro lado.
“Las muñecas de porcelana son tan delicadas, y yo tengo manos de albañil.”
Sonríe mientras nos enseña un boleto del metro de un país que no conocemos. Nos señala su cama y notamos que su compañero es un polo viejo, con el cual duerme abrazado. Una foto, una pintura; nos explica el significado de un dibujo que parece que no descolgará de su pared a pesar de que hace tiempo su autor se ha ido. Pero él hace referencia a cierto “viaje largo” que aparentemente debía hacer el personaje, aunque no comprendemos claramente si es que para el protagonista ya regresó, nunca se fue, o es que él aún está esperando su retorno.
So what you wanted to see good has made you blind
And what you wanted to be yours has made it mine
So don't you lock up something that you wanted to see fly
“…Hands are for shaking, not tying, no, not tying” canta el protagonista al unísono con el disco viejo que hemos venido escuchando desde que entramos a su cuarto, y procede a contarnos de sus preparativos, de cómo se está alistando:
“Es que he estado zurciendo retazos, pedacitos, partecitas chiquitas que jamás pensé que podría coger… ¡Miren! Sí, esto también lo he bordado yo hace unos días; al comienzo ni podía pasar el hilo por el ojal, pero ya ven, me he esforzado mucho, mucho, y está hermoso, ¿no es cierto?” Y nos enseña un minúsculo diseño con hilo en la seda, “…Yo sé que me falta poco. Sé que sí estaré preparado la próxima vez. Estoy convencido de ello.”
Se para alegremente y nos continúa leyendo la carta con emoción, como si la hubiese recibido recién y aún se encontrara sorprendido por lo que lee:
“…Pero hay algo que me obliga a hacerlo.
Tengo frío.
***
No es que haga frío.
Tengo frío.
Es muy diferente.
Nos erguimos solos frente a un mundo que está en nuestra contra. Y no sentí en ningún momento miedo de luchar contra él.”
Otra vez deja la carta de lado para mostrarnos unos videos que motivan su risa eufórica y una suerte de orgullo paternalista. Tiene húmedo el rabillo del ojo pero parece no darse cuenta, pues sigue riéndose compulsivamente. Yo miro la carta y leo el “Y sé que lo nuestro no puede durar para siempre” que está hacia el final, que, en definitiva, en su completa negación él no nos leerá en voz alta pues lo omitirá tan fácil como omite su partida.
I sure don’t mind a change
But I fell on black days
How would I know
That this could be my fate
Termina con los videos y dobla la carta para ponerla de nuevo en una cajita decorada la cual guarda junto a otras cosas pequeñas y aparentemente muy importantes, para meterlo todo en un cajón que, al parecer, tiene separado exclusivamente para ellas. Se voltea, nos mira un momento, y dice algo de memoria; una cita, un texto, o alguna cosa que se encuentra entre sus papeles:
“¿Es muy loca mi idea?
Quizás.
Pero si a ti también te gusta soñar,
¡Pues imagínate!
Sueña conmigo.”
"Sueña conmigo" repite como una plegaria, "sueña conmigo".
Pero no se dirige a nosotros, no: está observando fijamente a la nada, a la ausencia, al espacio entre su cama y las paredes del cuarto mientras le ofrece a ese vacío una mirada de adoración acompañada de la más sincera de las sonrisas.
1 comentario:
bueno, muy bueno ....
Publicar un comentario